Investigadores del Centro de Investigación en Alimentación y desarrollo trabajan en un nuevo método de encapsulamiento de probióticos de consumo humano empleando las proteinas del suero de queso fresco.
El encapsulamiento permitirá a los microorganismos probióticos (bifidobacterias y lactobacilos) soportar la acidez del estómago llegando vivos con más facilidad al intestino donde favorecerán la digestión.
Las proteínas del suero de queso se separan por cromatografía de intercambio iónico y se liofilizan, lo que permite separar la lactoalbúmina de la lactoferrina. A continuación se añaden las proteínas a los probióticos, sobre los que se autoagregan en función de su carga eléctrica. El proceso se repite formandose varias capas protectoras sobre los probióticos. De este modo los probioticos permanecen viables hasta durante 4 meses en refrigeración y pueden sorpotar ambientes adversos como la acidez del estómago.
La doctora Gabriela Ramos Clamont Montfort, directora de la investigación, indica que también están obteniendo otras capsulas con proteínas del suero de queso y carbohidratos de Agave tequilana, o inulina, que actuaría como prebiótico.